Monday, September 22, 2008

Despidete otra vez.

Hoy llovio practicamente de la nada,
justo cuando estaba en el techo.
Fue un acto involuntario,
abrir mi mochila,
sacar lapiz y papel.
Tenia que decirlo mientras la lluvia siguiera cayendo, asi queria que fuera.

(...)

Bueno, veras.
Nunca pude decirte adios.
No de la manera correcta
asi que,
Lo menos que puedo hacer,
es tenerte aqui conmigo,
a mi lado ahora.

Se que quizas,
ya no sea el momento.
Que el decir adios,
ya no te paresca necesario.

Pero queria hacerlo,
no tanto por mi.
Sino por honrar nuestro sacrificio.

Y ahora que nuestra guerra termino,
yo solo queria agradecerte
por todo.

Queria que supieras,
que si me importó,
que si te valoré,
que al final,
Todo valio la pena.

Que el valor de todo,
de absolutamente todo,
es un grato recuerdo
que marca siempre mis movimientos.

Que apesar de que
no supe que hacer,
no me arrepiento de nada,
y siempre sonrio,
me alegro y sonrio,
me alegro, vivo y sonrio.

Que no eres solo un cajon,
una carta,
un muñeco en un rincon.

Eres mas que eso,
quizas mas que cualquier otra cosa
que pude valorar.

Sabes que no soy el mejor,
para dar expresiones o razones,
nisiquiera se si lo estoy haciendo bien ahora.

Pero espero que aun
puedas sentir
cuando realmente quiero
que siga lloviendo.

Y tambien se,
que no podra ser nunca mas
porque yo asi lo decidi
pero ojala algun dia
cuando nos toque el momento a los dos
pueda decirte adios.
Esta vez,
como te lo mereces.

(...)

Admitire que todo esto fue un golpe tremendo
para mi.

Nunca me habia dolido despedirme asi,
Nunca me habia hecho pedazos asi,
frente a alguien.

Gracias a Dios,
solo la lluvia que cayo mientras escribía,
solo esta pagina que quedo humeda,
que guardo en un cajon,
que no me atrevo a quemar,

Solo ella,
es testigo de mi ultimo derrumbe.

Estoy llorando,
y de verdad lo siento,
lamento todo esto.

Pero es para mejor,
el hecho de que
jamas lo sabras.

1 comment:

Ella said...

NO es sólo el taciturno caparazón en que te guardas, como en un cuarto oscuro donde yo no podría entrar, es el espeso oleaje que te encierra mejor. Es la arena -y sus minúsculas laberintos- los sargazos que me sujetan mientras huyes.